Si no has leído mi post sobre los Disruptores Endocrinos o el dedicado a los Obesógenos, te invito a lo que lo hagas antes de continuar con éste. 😉
Pero si ya los has leído, seguramente te habrás hecho esta misma pregunta varias veces…
¿Cómo es posible que, tras los demoledores informes financiados por la propia UE, no estén regulados hace muchos años?
Y es más… ¿Cómo es posible que, a día de hoy, sabiendo lo que sabemos, no estén prohibidísimos en Europa y el mundo?
Por eso te ofrezco este pequeño extra, a modo reflexión reivindicativa de que no todo puede valer siempre, y que en algún momento tenemos que decir basta como ciudadanos, desde donde tenemos la palabra, desde nuestros actos.

La Unión Europea empezó bien
Como recordarás, en mi post de los Obesógenos te contaba que, la Unión Europea en un alarde de previsión y buen hacer, definió en relación con la salud de sus habitantes, el “principio de precaución”.
Este principio, en resumen, se basa en que si vemos que una sustancia produce en laboratorio efectos que no nos gustan, debemos ser prudentes y prohibir su uso hasta que se demuestre sin duda alguna, no ya que no es perjudicial, sino que es realmente inofensiva.
Entonces, ¿por qué sigues encontrando estos tóxicos en tus cremas, hogar o alimentos?
Si fuera política, la explicación empezaría por un… “verás, la cosa no es tan sencilla como parece…”, pero por suerte para todos, no lo soy, así que la explicación se puede enredar todo lo que queramos, pero es sencilla, tanto, que se puede resumir en una única palabra…
D I N E R O
Una vez dada la explicación simple y rápida, ahora si quieres, te cuento algunos detalles interesantes para adornarla, pero no desvirtuarla.

Sistema Ingenuo y Obsoleto para catalogar los Disruptores Endocrinos
A todas luces, y desde un punto de vista eminentemente científico, el sistema utilizado por la UE es obsoleto, y erróneo sin remedio.
Verás, la regulación que la Unión europea aplica con las diferentes sustancias químicas parte de la base de estudiar los efectos que estas sustancias puedan tener en nuestra salud de manera independiente.
Me explico mejor, lo que hacen es estudiar, por ejemplo, el BPA y analizar sus efectos; luego estudian el PFOE y ven sus efectos, y luego el siguiente de la lista y hacen lo mismo…
Y así uno tras otro.
Bueno, estudiados están y tenemos indicios de sus efectos, y en el mejor de los casos los conocemos… Pero se olvidan de algo extraordinariamente importante, que la comunidad científica lleva años reclamando, y a lo que ha llamado efecto cóctel.
Esto significa que lo que NUNCA se estudia son los efectos que producen en nuestra salud la mezcla de diferentes sustancias en un mismo cuerpo.
O sea, que no se estudia cómo son de nocivas cada una de esas sustancias en combinación con las, como poco, otras 70 a los que de media estamos expuestos diariamente.
Es decir, se parte de la ingenuidad de que cada tóxico con el que entramos en contacto a diario por diferentes vías, NUNCA, JAMÁS, se va a encontrar en el interior de nuestro cuerpo con los otros 69; como si cada tóxico fuera a determinadas gotas de sangre a las que los otros 69 no tienen acceso.
¡Genial!, ¡qué buenas noticias!, ¡se acabaron las preocupaciones! cada uno de nosotros puede comerse un Tupperware de bisfenol–A (BPA), sin que nos afecte lo más mínimo, salvo por la indigestión, claro….
El único problema es que se les ha olvidado valorar qué pasa en nuestro cuerpo si a ese BPA se le suman los otros 69 tóxicos que le llegan a diario por muy diversas vías, y que casualmente acaban en nuestra sangre, y sí…, aunque parezca coincidencia, todos juntos en la misma sangre.
Desautorizado por Estudios
Podríamos pensar que todo esto es teoría, y que quizá en realidad, esos tóxicos nunca llegan a mezclarse… 🤪
Lamentablemente, Andreas Kortenkamp publicó un estudio en el que demostraba de manera incontestable cómo ocho sustancias que eran inocuas individualmente, al juntarlas, su efecto combinado superaba las concentraciones permitidas y modificaban nuestro organismo….
Si, has leído bien. OCHO sustancias mezcladas, y se modifica tu organismo…. ¿Qué pasará con 70?
Despropósito tras despropósito con los Disruptores Endocrinos
A todo lo anterior debe sumársele otro alarde intelectual de la UE, estableciendo que el encargado de realizar los estudios toxicológicos necesarios y demostrar que determinada sustancia no es perjudicial para la salud, es quien solicita el registro, que al mismo tiempo será quien posteriormente comercializará el producto.
¡¡¡Menos mal!!!
Podemos quedarnos todos mucho más tranquilos, sabiendo que todas nuestras esperanzas están puestas en la calidad de los datos proporcionados por las grandes corporaciones. 🙄

El juego del dinero
Y llegamos al destino…
Porque además de ser jueces y parte, como hemos visto, la presión de la industria química y sus lobbies, siempre consigue posponer y frenar iniciativas para nuestra protección.
A pesar de esto, la situación no deja de ser paradójica…
Al mismo tiempo que mientras por algunos estamentos comunitarios se ponen todos los impedimentos posibles, por otros se financian con dinero de todos los europeos numerosos estudios como los tan destacados del Dr. Olea y su equipo, o el proyecto de biomonitorización de la exposición humana a contaminantes ambientales (2017-2021), al que se ha dotado con setenta y cinco millones de euros de presupuesto.
75 Millones de Euros de nuestro dinero ha gastado la Unión Europea en los últimos 4 años en estudiar los Disruptores Endocrinos
Millones de euros invertidos en estudios e informes demoledores, para finalmente prohibir, si es que se consigue y no sin grandes dificultades, un número de sustancias que pueden contarse con los dedos de una mano, y sobran dedos.
Fijaros, en el año 2012, hace 9 años, el Parlamento Europeo aprobó por abrumadora mayoría, ordenar a la Comisión Europea que clasificara los disruptores endocrinos.
Parece que la Comisión Europea no se dio por aludida, porque desde entonces, se está haciendo la sueca (sin ánimo de ofender a nadie), y el proceso no hace más que postponerse.
Por suerte para sus ciudadanos, países como Suecia seguida de Dinamarca, Holanda, y Francia presentaron una denuncia, a la que se unió el propio Parlamento Europeo contra la Comisión Europea, por ineficiencia, que fue resuelta por la Corte Europea con una sentencia que condenaba a la Comisión por su dejación de funciones.
No creáis que la Comisión hizo algo, no.
Tuvo que ser nuevamente el Parlamento Europeo, con esa flamante sentencia en la mano, quien en una resolución de junio de 2016, se volviera a mostrar muy duro con la Comisión y le pidiera que antes del verano de 2020 propusiera los criterios científicos para la identificación de los disruptores endocrinos.
Bueno, igual es por el COVID-19, pero de momento seguimos esperando, y me da que la razón no es otra que las presiones ejercidas por el lobby de la industria química.
Si lo pensamos bien, tiene sentido que este lobby actúe así, ya que se está poniendo en peligro un magnífico negocio, que genera enormes beneficios…
…Si dejan de fabricar los tóxicos que nos generan enfermedades, no serán necesarios todos los medicamentos que también ellos fabrican, para paliar las mismas enfermedades que provocan.
Lo que en español sería un “Juan Palomo (yo me lo guiso y yo me lo como)”, en toda regla.

Los datos cantan
Un estudio de la periodista independiente Stéphane Horel relata esta situación en profundidad, concluyendo que el gasto sanitario estimado por la UE relacionado con el tratamiento de patologías derivadas de la exposición a disruptores endocrinos, es de 130 mil millones de euros al año.
130 mil millones que todos nos ahorraríamos tan solo reduciendo esa exposición, o mejor aún, regulando y poniendo los medios para que no la sufriéramos.
Y eso solo en términos sanitarios…
…¿sabríamos cuantificar en cuánto valoramos el sufrimiento provocado y que nos ahorraríamos cada familia?
Como ves, todo lleva a la respuesta simple y rápida del principio, y da clara explicación del por qué tantas sustancias nocivas siguen en nuestras cremas, alimentos o productos de aseo.
Ahora no resulta complicado entender, que ese gran principio de precaución que los legisladores europeos nos dieron en un momento de lucidez, se interprete a la inversa, es decir, todo se admite mientras no se acredite sin género de dudas que es perjudicial…
Recuerda que mientras los que tienen que hacerlo, no velen por nuestra salud, es a nosotros a los que nos toca hacerlo.
Poco a poco, escogiendo productos de calidad para llevar a tu casa, y que tu salud y la de tu familia brillen siempre. 😊